
El pasado viernes 24 de agosto, la comunidad educativa del Colegio Calasanz de Managua, se reunió para celebrar con una misa, la solemnidad del padre fundador de las Escuelas Pías, San José de Calasanz.
La celebración fue oficiada por el Obispo Auxiliar de la Aquidiócesis de Managua, su excelencia Monseñor Silvio Báez, quién durante su homilía hizo una reflexión del evangelio de San Mateo sobre quién es más grande en el reino de Dios.
Al respecto Mons. Báez señaló que «Jesús no responde a la pregunta ¿Quién es el más grande en el reino de Dios? Sino que va a la raíz y revela la condición para entrar en el reino y participar en el amor de Dios. Lo importante es entrar en el reino de Dios, ya el modo de entrar, nos revela implícitamente dónde está la grandeza. Y la respuesta de Jesús es muy sencilla: para entrar en el reino de Dios hay que hacerse como los niños.»

Ser escolapio es por definición, una persona en estado de abajamiento.
Monseñor Silvio Báez.
En su exhortación, el obispo enfatizó en que una cualidad de los escolapios debe ser el «abajarse» al igual que los niños «como una gracia que nos permite recibir todo de Dios». De ahí que la identidad del escolapio sea por definición, una persona en estado de abajamiento. Un pequeño, precisamente por ser pequeño se puede identificar con los pequeños. Un pobre; con los pobres.
Durante su reflexión, Monseñor Silvio, concluyó felicitando a la orden de las escuelas pías por su ministerio en la Arquidiócesis de Managua y León e invitó a sacerdotes y educadores a dar siempre una educación de calidad «pero también de transmisión de valores cristianos. Educación en la que se enseña con la palabra, pero sobretodo con el ejemplo de vida. Educación que no es solo transmisión de conocimiento, sino ayudar a que los niños y los jóvenes sepan qué hacer con los conocimientos que obtienen. Una educación en la que los niños y los jóvenes sean sujetos del aprendizaje; activos. Enseñar a aprender. No solo dar respuestas, sino formular preguntas, crear conciencias críticas y corazones nobles. Ciudadanos respetuosos, honorables, pero también cristianos auténticos iluminados por el evangelio. He aquí la gran obra, de la familia fundada por San José de Calasanz.»
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