
-Dios mío, ven en mi auxilio.
-Señor, date prisa en socorrerme.
+ En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Iniciamos esta novena en honor de San José de Calasanz para pedir, por su intercesión, el don de la santidad y la bendición para todos los que integran la familia escolapia.
Vamos a transitar esta Novena meditando en torno a una oración que rezamos con frecuencia a Calasanz, para que podamos perseverar en ella con más claridad y convicción. Por ello comenzamos rezándola:
San José de Calasanz, mi maestro, luz y guía…
Partimos de la frase que está subrayada en la oración para considerar el enorme regalo que Dios nos hizo al darnos a Calasanz como padre nuestro.
Le llamamos padre, porque por voluntad de Dios, hemos sido llamados a esta mies fertilísima de las Escuelas Pías. Y reconocemos que formamos parte de la estirpe de grandes hombres que brota de la raíz añosa y entregada de San José de Calasanz.
Es un Padre que nos llama: a vivir la altísima aventura de la santidad.
Iniciar esta Novena es renovar el sí al camino hacia el Cielo que se inició al recibir el santo Bautismo.
Pero también es un Padre al que llamamos. Acudimos a él porque él nos lo aconseja como lo dice en esta carta de febrero de 1642: “Escribo una carta al P. Juan Lucas y en ella le digo, con afecto paterno, cuánto deseo comunicarle con caridad el espíritu que el Señor me ha dado; y le exhorto con el afecto que puedo que venga a Roma y esté junto a mí por un tiempo para aprender el camino estrecho que lleva al Cielo”. Es el mismo Padre Calasanz el que nos impulsa a acudir a él. ¡Cuánto tenemos que aprender de nuestro Padre!
Si le llamamos Padre es porque Calasanz nos llama a seguir a Cristo por el camino que él recibió de Dios. Así Nuestro Santo Padre es un modelo para nosotros que queremos imitar. El poeta escolapio, P. José Felis, lo dice con bella claridad:
José de Calasanz, eres mi padre
pues me engendraste para vida nueva;
al hijo no hay faena que le cuadre
como copiar a perfección la prueba.
San José de Calasanz es la prueba, el modelo que sus hijos queremos copiar en la propia vida. Recordemos el altísimo desafío al que nos convocamos toda vez que rezamos:
San José de Calasanz, mi maestro, luz y guía…
Breve momento de oración silenciosa.
Demos gracias y pidamos por todos aquellos que nos han acercado a Calasanz como Padre.
-Padrenuestro, Ave María y Gloria.
Oremos:
Señor Dios nuestro, que has enriquecido a San José de Calasanz con la caridad y la paciencia para que pudiera entregarse con constancia a la educación de los niños, concédenos, te rogamos, imitar en su cooperación con la verdad, al que veneramos hoy como maestro de sabiduría. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
–A tu amparo y protección…