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Joan Roig Diggle, laico, mártir con 19 años: llevaba el viático a escondidas en la Cataluña de 1936
Joan Roig Diggle, joven mártir de 19 años que fue asesinado por odio a la fe en 1936 durante la Guerra Civil Española, solía ir a Misa a diario, custodió la Eucaristía ante el peligro de que fuera desacralizada y dedicó su tiempo también a evangelizar niños, será declarado beato el próximo 7 de noviembre en la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona.
El Papa Francisco ha autorizado este 2 de octubre, tras una reunión con el cardenal Angelo Becciu, de la Congregación de la Causa de los Santos, la declaración como mártir (y, por lo tanto, la beatificación) de Joan Roig i Diggle, un joven de 19 años de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, amigo del beato médico Pere Tarrés y alumnos de los beatos mártires escolapios Ignacio Casanovas y Francesc Carceller.
Fue asesinado por las juventudes libertarias de Badalona de cinco tiros en el corazón y uno de gracia en la cabeza en la noche del 11 de septiembre de 1936, víspera del Dulce Nombre de María.
Joan Roig Diggle nació en Barcelona el 12 de mayo de 1917. Su padre era Ramón Roig Fuente y su madre era Maud Diggle Puckering. Ambos padres eran barceloneses, aunque con su madre, de familia inglesa, hablaba en inglés. De niño estudió en los Hermanos de La Salle de la calle Condal. Después estudió bachillerato en los escolapios de la calle Diputación. Tuvo como profesores a los sacerdotes escolapios Ignacio Casanovas y Francesc Carceller, que serían mártires y beatos.
Uno de sus biógrafos explica que “el único motivo por el que lo mataron fue porque era católico. No tenía otras vinculaciones que la parroquia y la Federación de Jóvenes Cristianos. Murió porque no tenía miedo de defender a Cristo”. Eso habría desatado el odio contra él.
El 20 de julio de 1936, milicianos rojos quemaron la sede de la FJCC. Así se inició una feroz persecución contra los jóvenes fejocistas, como se llamaba a los miembros de esta asociación que no tenía vínculos partidarios. Se calcula que unos 300 jóvenes de esta organización fueron asesinados en Cataluña, incluyendo unos 40 sacerdotes.
Maud, la madre de Joan cuenta que en esos días su hijo “fue aliviando penas, animando a los tímidos, visitando a los heridos, buscando diariamente en los hospitales entre los muertos, para saber cuáles de los suyos habían caído asesinados”.
“Cada noche, al pie del lecho, con el crucifijo estrechado en sus manos imploraba para unos clemencia, para otros perdón, y para todos misericordia y fortaleza”.
Ante la persecución, los templos en Barcelona estaban cerrados, habían sido quemados o destruidos y no era posible asistir a Misa en ninguna iglesia.
El P. Llumá entregó al joven un copón con la Eucaristía para que pudiera dársela a los más necesitados en sus casas. En una de esas visitas, Joan Roig le dijo a la familia Rosés que ese día que estaba con ellos lo iban a matar. “Nada temo, llevo conmigo al Amo”. Dejó el Santísimo y, tras volver de su trabajo, lo recogió y lo llevó a su casa.
Algunas horas después, milicianos tocaron la puerta de su casa y Joan consumió rápidamente las hostias que custodiaba. Se abrazó a su madre y se despidió de ella en inglés, diciéndole: “God is with me” (Dios está conmigo).
La ejecución
La patrulla de las juventudes libertarias de Badalona lo llevó junto al cementerio de Santa Coloma de Gramanet. Sus últimas palabras fueron: “Que Dios os perdone como yo os perdono”.
Joan Roig fue asesinado con 5 disparos en el corazón y uno en la cabeza. Según las leyes de entonces no era considerado adulto.
Lo mataron el 11 de septiembre de 1936. Le dispararon 5 veces en el corazón y uno en la nuca. Tenía 19 años. Después de la guerra, sus restos fueron recuperados y reconocidos por las 5 heridas del pecho y la del cráneo.
Jaume Marés, tío de Joan Roig, cuando se enteró de su detención pidió ayuda a un amigo policía. Le reveló que uno de los verdugos le había hablado del muchacho: “¡Ah! Aquel chico rubio era un valiente, murió predicando. Moría diciendo que nos perdonaba y que pedía a Dios que nos perdonará. Casi nos conmovió”.
Según el Arzobispo Emérito de Mérida Badajoz, Mons. Antonio Montero Moreno, al concluir la Guerra Civil Española habían sido asesinados 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y 283 religiosas. El historiador Vicente Cárcel Ortí refiere que los laicos asesinados fueron unos 3.000 y 10.000 miembros de organizaciones de la Iglesia, entre estos 13 obispos.
Varias décadas después de la muerte de Joan Roig, la Federación de Cristianos de Cataluña y la Asociación de Amigos de Joan Roig promovieron su causa de beatificación.
Sus restos mortales reposan en una capilla en la parroquia de San Pere de Masnou. El Cardenal Ricard Maria Carles clausuró la fase diocesana del proceso de beatificación en 2001 y la envió al Vaticano.
Joan Roig Diggle, ¡ruega por nosotros!