Cuaresma es tiempo de Dios y de misericordia

Con el Miércoles de Ceniza iniciamos la Cuaresma. Partiendo del número “40” y su sentido bíblico como tiempo de purificación, recordamos los años en el desierto del pueblo de Israel liderado por Moisés y, sobre todo, los cuarenta días de Jesús, – igualmente en el desierto -, como vencedor de las tentaciones y en preparación para su ministerio de salvación. Así, los cristianos reconocemos este tiempo como uno de preparación a la Semana Santa, sustentado sobre los tres principios de oración, ayuno y limosna.

La Cuaresma es una oportunidad extraordinaria para dejarnos sorprender por Dios, descansando un poco nuestra vida de tantos afanes sobre la roca firme de Jesucristo. Para ello les propongo “traducir” los tres principios tradicionales por los siguientes:

1. Profundizar sobre la propia vida (Interiorización en clave de fe)

Viajar a lo profundo de nuestra realidad personal no solo no es sencillo, sino que puede ser causa de dolor y dificultad. Pero discernir la vida en clave de fe es una oportunidad maravillosa de realizar ese viaje de inmersión personal acompañado por Dios. Renovar una alianza de fe que quizás se ha debilitado por diversas circunstancias es el primer regalo de la Cuaresma. Es volver a decirle al Padre que somos sus hijos y que deseamos de corazón participar de ese amor que solamente Él puede darnos. La lectura del Evangelio de cada día, la renovación del sacramento de la reconciliación y una mayor participación en la eucaristía, son alimento ideal en este proceso de “regalarnos” más tiempo personal para profundizar, sanar y volver a crecer. 

Discernir sobre lo que nos ata, domina o perjudica (Liberación)

El proceso por recuperar a Dios en la vida ordinaria nos hará reconocer, casi de inmediato, que tratamos de llenar nuestros vacíos con cosas y realidades que muchas veces han terminado por asquearnos y perjudicarnos. La Cuaresma brinda ese espacio para distinguir lo que es superficial e innecesario, pero también para enfrentar con fuerza la propia toxicidad que tanto pone en riesgo nuestra salud física, emocional y sobre todo relacional, aún con nuestros seres más cercanos y queridos. Ayunar del propio mal es el mejor camino de liberación y de sanación para nuestras relaciones.

Optar por ayudar significativamente a los que menos tienen  (Solidaridad)

Recuperar a Dios y resituarnos ante Él, no solo renueva la inmensa alegría de sentirnos nuevamente sus hijos amados, sino que vuelve a inyectar el santo sentido de vida a lo que hacemos y debemos hacer. Recordamos que somos únicos y que el amor de Dios por el mundo y la humanidad se construye en acciones concretas donde participamos todos. Reconocer con sencillez y alegría los propios talentos y bendiciones debe ayudarnos a ser, al decir del Papa Francisco, creyentes y ciudadanos “en salida”,  sensibles a las necesidades de los demás. Solo podemos aquilatar nuestro propio valor y sentido de justicia cuando tenemos una mirada generosa e inclusiva que pueda traducirse en acciones solidarias por los que menos tienen.

Finalmente les recuerdo que, de lunes a viernes a las 4:30 pm, se celebra la eucaristía abierta a toda la comunidad en la capilla de Secundaria. Los jueves, desde las 3:30 pm tenemos Adoración al Santísimo y espacio de confesiones. Los domingos, la celebración eucarística es en la Capilla principal a las 11:00 am. ¡Están todos invitados!

Recordar y revitalizar la centralidad en Cristo y la fraternidad entre nosotros y con los que más lo necesitan es esencial para que nuestro colegio cumpla fielmente su misión. Por eso la Cuaresma es tan importante ¡No la dejemos pasar en vano y que sea un tiempo de Dios y de su misericordia para todos ustedes!

P. Rodolfo Robert Esquivel, Sch. P.

Rector


Autor: Calasanz Managua